Se suponía que a los internos se les tenía prohibido andar a altas de la noche por cualquier parte del reformatorio que no fuese su habitación. Y efectivamente, no había nadie en aquellos pasillos, sólo yo vagando, evitando totalmente irme a esa cama de piedra donde cada que cerraba los ojos venía una pesadilla tormentosa.
Seguí caminando con las manos en mis bolsillos y con la vista fija en el alto y oscuro techo hasta que... si no me equivocaba ese era el sonido de una esposas que se me ...
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